jueves, 27 de enero de 2011

El amor armado


Los niveles de adrenalina, de rabia y de alcohol, junto al olor de tu cuerpo, que respiré de abajo arriba y de arriba abajo, una y otra vez, me vuelven loco. Desde tu desnudez cohibida, mirarte a los ojos y sentirte poro a poro, sudor con sudor, rabia con rabia, sexo con sexo, apretarte hasta el borde de la asfixia, besarte con ternura de violencia contenida, de necesidad de explotar contigo y en ti, hacernos nuestros, por un momento eterno, quizá duradero, qué importa, sí, contigo, ahora antes de que me llamen otra vez por radio, antes de que vuelvan a bombardearnos hasta el delirio aquí en esta fría noche de Sarajevo, antes de que me desinfle porque cómo puedo yo estar haciendo el amor contigo cuando esto y aquello y están matando a la gente y dónde estará fulano que hoy no se reportó en el control radio de las ocho. Quiero meterme en ti, quiero juntar todos nuestros líquidos, quiero sentir tus olores todos a la vez, de pies a sexo, axilas, aliento y pelo, subo y bajo por tu cuerpo hasta impregnarme de ti en la memoria eterna de mi futura imaginación, para recrearte una vez vuelva la soledad o tu distancia. Sí, ahora contigo para siempre, ahora tuyo, tú los sabes, tú eres igual. Fusión, gemidos, delirio, sí, ahora por siempre, ahora y siempre, ahora, ahora. Estertores de placer, cariño y tristeza anticipada, estertores abrazados, semillas sin consecuencias, te quiero. Para qué decírtelo, mientras me miras con el grado de complicidad de los que ya se conocen desde el terror compartido y tragado, porque el terror se traga y desaparece, con ganas de repetir y no de hablar, son sólo las tres y media, es sólo quizá esta noche, no puedo ni pensar en que llegue la mañana, me has enseñado que a pesar de todo es posible amarse, quiero volver a empezar, empecemos, empezamos, y todo vuelve a ser diferentemente lo mismo. Conjuremos los demonios, volvamos a bebernos enteros, queda una bodega llena de posibilidades. Por favor, vuelve a mirarme a los ojos. Contigo no hay error. Sí, volveremos a vernos. Sí, ahora puedo decirte que te quiero, vuelve a comerme entero, por favor, vuelve a volverme loco, llévame contigo, déjame soñar en tus brazos, vamos juntos hasta mi mar, olas, cielo, plancton que se ilumina al movernos en las aguas de mi mar, de mis mares, playa mía junto a ti, tan lejos de todo, tan hace tiempo todo, sólo las bombas, sólo tu cuerpo, sólo nosotros, me voy, me voy, no, no quiero, me llevan las olas meciéndome y arrullándome mientras me van alejando de ti, mientras se acerca la hora, mientras siguen tronando los cañones, por favor, que no amanezca nunca, que nunca vuelva el día con todas sus angustias, con todos sus horrores, yo en tus brazos, tú abrazándome, fundidos en nuestro propio sudor fundido, no, que no amanezca...

"El amor armado".
Amor bajo las bombas. pág.151-152
José María Mendiluce